Saturday, July 10, 2010

Crítica de "Dora N°1", de Ignacio Minaverry

Historietas reales

Por Sebastián Scherman (*)

Uno. La década del 50 está por concluir. Dora Bardavid, 16 años, trabaja en un archivo en Berlín clasificando documentos nazis capturados por los norteamericanos al final de la guerra. Su padre murió asesinado en los campos de exterminio nazis, en tanto que su madre, sobreviviente, reside en París. Esta tarea en el archivo le permite descubrir la estructura burocrática de la maquinaria criminal desarrollada por el gobierno de Hitler.

Dos. La protagonista viaja a Argentina, más precisamente a la localidad bonaerense de Vivar. Allí la espera Judith, su amiga que no ve desde la infancia transcurrida en Marruecos. El viaje lo financia un agente secreto israelí con el objetivo de capturar al famoso criminal nazi Joseph Mengele.

Las dos historias corresponden a las historietas “20874” y “Rat-Line”, escritas y dibujadas por Ignacio Minaverry para la revista Fierro y compiladas a fines de 2009 por La Editorial Común, emprendimiento del dibujante Liniers, bajo el título de Dora N°1.

Minaverry utiliza líneas minimalistas, con un predominio de fondos blancos y negros. En 20874 hace un uso expresivo del color, reservado para mostrar las diferentes insignias con que los nazis identificaban (o mejor dicho: les quitaban la identidad) a los judíos, gitanos, Testigos de Jehová y otras minorías de presos en los campos de concentración.

El recurso del color permite destacar ciertos aspectos de la historia, otorgarles una jerarquía, un poco como ocurre en La lista de Schindler, de Steven Spielberg, en la escena de la niña vestida con un saco rojo, que se diferencia del blanco y negro predominantes.

En Rat-Line el color aparece para ilustrar algunos mapas y pensamientos de Dora y las alucinaciones que sufre al tomar un somnífero en su viaje a Argentina, como si el color en este caso fuera un escape a esa insoportable realidad en blanco y negro. También aparece el color al final, cuando Dora asume el duro desafío que implica convertirse en cazador de nazis.

DORA

La protagonista transita las frías, vacías, solitarias y racionales calles de Berlín, con edificios típicos de la Neuhes Bauhaus. Convive con su amiga Lotte. Aparecen las dudas sobre la sexualidad. Luego vendrá la agitada Francia de principios de los ´60, donde se nota un clima prerrevolucionario, de nuevas ideas, aunque todavía golpeado por las consecuencias de la Guerra.

Allí se encuentra con un grupo de jóvenes marxistas que están a favor de la causa argelina y comienza a realizar traducciones a pedido de un extraño personaje (luego Dora se enterará de que es un ex soldado israelí que la invitará a viajar a Argentina para intentar capturar a Mengele).

Minaverry cuenta una historia, la de Dora, que simboliza desde una ficción la historia de millones de judíos que sobrevivieron al Holocausto; cuenta el repliegue, la soledad y el silencio de la sociedad alemana durante los años inmediatamente posteriores a la finalización de la Guerra; y muestra la historia indiscutible de los documentos que prueban la existencia de la Shoá como plan sistemático y organizado de exterminio del pueblo judío.

Es de celebrar el trabajo minucioso realizado por Minaverry, tanto para crear un clima a través de un dibujo sutil, detallista, original, con planos cinematográficos, respetando el diseño de época, así como su búsqueda de documentación para informarse sobre la temática. Se nota que Minaverry investigó, leyó sobre el tema. Y mucho.

Los resultados están a la vista: el autor ofrece una buena historia dentro de la cual se informan datos históricos acerca de uno de los períodos más sombríos que vivió la humanidad.

(*) Artículo publicado originalmente en http://www.tumeser.com

1 comment:

Anonymous said...

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